“Me ha parecido necesario rehacer el
antiguo documento, incorporando una descripción actualizada del
trastorno psicosexual de la pedofilia y otros tipos de abuso de poder,
así como ofrecer un cuadro resumen de la legislación chilena sobre esta
materia. Lo más importante, sin embargo, está en volver a impulsar un
protocolo que recoge las normas y procedimientos que tanto jesuitas como
otras personas de nuestras obras deben observar. Buscamos, por una
parte, promover un ambiente formativo sano y seguro para nuestros niños y
niñas y, por la otra, regular el modo de proceder en el caso que
existan sospechas o denuncias”.
Así comienza la carta el sacerdote
jesuita y provincial de la Orden en Chile, Eugenio Valenzuela, que pone
en conocimiento de los “padres superiores” y los “jefes de obra y
movimientos” de la existencia de un nuevo documento, un verdadero
manual, para enfrentar la pedofilia y los abusos sexuales.
Mientras El Vaticano hacía su protocolo y
la Iglesia de El Bosque se desangraba por las denuncias contra su líder
espiritual, Fernando Karadima, los jesuitas trabajaban afanosamente en
la actualización de un antiguo documento denominado “Normas y
procedimientos de la Compañía de Jesús en Chile para el cuidado de un
ambiente formativo sano con niños y niñas y la prevención de abusos
sexuales”.
Para Valenzuela, dada la experiencia de
los últimos años, el momento requería contar con un “procedimiento que
impulse la transparencia y un actuar eficaz y rápido” frente al
problema.
La idea era que el documento fuera
difundido, a partir de 2011, en todos los lugares donde los jesuitas
estuvieran presentes. “Le pido a cada superior de comunidad que promueva
una reunión de comunidad que ayude a los jesuitas a conocer y
apropiarse de este documento. Así también, le solicito a cada jefe de
obra que procure que se observen todas las normas de prevención,
incluyendo un taller formativo para todos aquellos que, de una u otra
manera, tengan acceso o contacto con menores de edad. También les pido
la adecuada publicidad de estas normas en nuestras obras”, señaló
Valenzuela.
Para facilitar y hacer las denuncias
expeditas y eficaces, señala el instructivo, en cada obra jesuita debía
operar uno o dos delegados del provincial (laico o laica) quienes deben
velar por recepcionarlas, comunicárselas al jesuita delegado del
provincial en este ámbito (el Padre Ismael Aracena), velar por el
cumplimiento del protocolo y, dar cuenta al provincial del cumplimiento
de estas normas.
“Con este documento nos unimos a los
esfuerzos que toda la Iglesia está realizando para evitar los males que
provienen de las faltas graves que algunos de nuestros ministros han
cometido en contra de menores. No está demás insistir en la
responsabilidad que nos cabe a todos nosotros en procurar ambientes
formativos respetuosos y sanos, así en como ofrecer toda la
transparencia que sea posible. También de que en el caso de que se
cometan abusos o se denuncien abusos cometidos en el pasado debemos
velar por que se haga justicia con verdad y transparencia, y se tenga
especial cuidado y atención a las víctimas”, finalizó Valenzuela.
Así, se actualizó el viejo manual con la
colaboración de expertos y se confeccionó uno nuevo, dividido en tres
capítulos, abordando el primero el problema de la pedofilia “desde una
perspectiva psicológica para alcanzar una comprensión más amplia de este
fenómeno que nos ayude a prevenirlo y detectarlo precozmente”. El
capítulo segundo ofrece un cuadro resumen de la ley chilena. Finalmente,
el tercer capítulo establece normas de procedimiento propias para el
trabajo de jesuitas y funcionarios de obras de la Compañía con menores.
A continuación, una reproducción casi textual y completa de los capítulos 1 y 3.
CONCEPTOS Y CAUSAS
“El abuso sexual de menores ocurre
cuando un adulto recurre a la seducción, el chantaje, las amenazas, la
manipulación psicológica y/o el uso de fuerza física para involucrar a
un niño o una niña en actividades sexuales o erotizadas de cualquier
índole” comienza el documento.
Luego agrega -citando a Echeburúa y De
Corral (2006) & Fagan et al. (2002)- que se estima que uno de cada 8
niños es abusado sexualmente antes de llegar a los 16 años, y que
aproximadamente entre un 17% y un 25% de niñas y entre un 12% a un 15%
de niños serán abusados en algún momento de su vida. En el 90% de los
casos, el abusador es un hombre y un 80% de los abusos son cometidos por
personas cercanas a la víctima.
“La pedofilia se define como un
trastorno psiquiátrico caracterizado por un interés sexual persistente
hacia niños prepúberes, que se ve reflejado en fantasías sexuales,
deseos, pensamientos y/o conductas. El objeto de la atracción, el deseo
y/o la práctica sexual se dirige hacia un niño o niña menor de 13 años.
Se habla de trastorno porque se altera el objeto sexual propio de un
adulto, que debiera ser otro adulto; y porque no permite una actividad
sexual afectiva recíproca. Un individuo, para poder ser diagnosticado
con este trastorno, debe tener 16 años o más y debe ser al menos 5 años
mayor que la víctima.
Se estima que la prevalencia poblacional
de este trastorno es de un 5%, y que es mucho más común en hombres que
en mujeres. Algunos investigadores sugieren distinguir pedofilia de
hebefilia para referirse a aquellas personas que presentan un interés
sexual hacia adolescentes. En el ICD-107, considerando que existe esta
discusión en la comunidad psiquiátrica, se incluye en el criterio
diagnóstico de la pedofilia el interés en niños prepúberes, púberes y
aquellos que están en el período de adolescencia temprana. Cabe señalar,
sin embargo, que se estima que un 50% de personas con pedofilia no
llegan a abusar de niños y que entre un 40% y 50% de los casos de abuso
sexual en niños no son cometidos por personas con pedofilia. Contrario a
muchas creencias, algunos pedófilos no abusan de niños y viven sus
síntomas con mucha angustia”, sintetiza.
Y agrega: “En la entrevista, la mayoría
de las personas con pedofilia señala sentir afecto y cariño hacia los
niños y pocos explicitan o señalan ver a los niños como objetos de
gratificación sexual. Son estos sentimientos los que pueden explicar la
baja percepción que existe de los pedófilos respecto de las
consecuencias de su conducta en los niños. De hecho, algunos autores
definen la pedofilia como una alteración distorsionada en las relaciones
amorosas.
La pedofilia implica una relación
abusiva de poder. En general, se señala que pedófilos se acercan a niños
que son percibidos como vulnerables (por ejemplo, niños cuyos padres se
han separado recientemente, que parecen necesitados de atención y
afecto). Es común que inicialmente les ofrezcan regalos, atención u
otras formas de manifestaciones de afecto. Una vez iniciado el contacto
sexual con el niño, los pedófilos usan su autoridad para aislar al niño y
evitar que relate la situación a otros adultos. Es común también que
pedófilos tengan además una relación cercana con la familia del niño, lo
cual facilita el acercamiento a las víctimas. El niño o la niña pueden
interpretar como afecto las expresiones de acercamiento sexual, aún
cuando también lo vivan con ambivalencia y culpa. De todas maneras es
importante señalar que los niños no tienen la capacidad para discriminar
las intenciones del adulto y sus consecuencias, pero que los programas
de prevención en los cuales se les enseña al niño a reconocer estas
conductas y a reportarlas de manera temprana, han sido exitosos en la
prevención del abuso”.
Respecto al celibato, en tela de juicio
por los abusos cometidos por sacerdotes, el Manual señala taxativamente
que “ningún trastorno sexual es causado por él” puesto que “la
orientación y las preferencias sexuales se estructuran junto con el
desarrollo de la personalidad”. Y argumenta: “De hecho se estima que, si
bien en la mayoría de los casos, pedófilos hombres que abusan de niños
se encuentran entre los 40 y los 60 años, hay estudios que indican que
la atracción hacia niños se manifiesta temprano, durante la
adolescencia, lo que sugiere que es un trastorno de inicio temprano en
la vida. Este trastorno se encuentra en el individuo antes de la
elección voluntaria del celibato. Otra cosa es que una persona con
dificultades en su sexualidad o en su afectividad (por ejemplo, su
autoestima e identidad sexual) se refugie en el sacerdocio o la vida
religiosa y termine incurriendo en abusos sexuales. Tampoco existen
estadísticas que sugieran que el porcentaje de pedófilos es más alto
entre sacerdotes y religiosos que entre laicos. Por otro lado, si bien
se señala que personas con pedofilia tienen dificultades para establecer
relaciones interpersonales cercanas, se estima que al menos un 50% de
ellos se casará en algún momento de su vida”.
La misma opinión se tiene respecto a la
homosexualidad descartando cualquier relación entre ésta y la pedofilia,
argumentando que “un porcentaje mayor de hombres que abusan sexualmente
de niños se declaran heterosexuales.
“Un acto de pedofilia, además de ser un
trastorno de la conducta sexual, constituye un acto criminal (sancionado
por la ley civil y la ley eclesiástica) y un acto inmoral (se hace mal a
una persona), cuya gravedad consiste en el abuso de poder (del adulto
sobre el menor), dada la asimetría física y psicológica y de confianza
(la amistad o la posición en la sociedad). Causa un enorme daño al menor
en su desarrollo sexual y a su familia; y, en el caso de un sacerdote o
de un religioso, perjudica gravemente el ministerio y servicio de la
iglesia y la confianza en su misión con el consecuente cuestionamiento
injusto de la credibilidad de otros sacerdotes. Por ello, no tiene
justificación alguna, debe ser tratado como un acto delictual y
sancionado”.
DETECCIÓN
Detectar y diagnosticar la pedofilia no
es fácil, señala el documento. El uso de auto-reporte, común en
psiquiatría y psicología tiene limitaciones importantes dada la
connotación social negativa que tiene este trastorno. De hecho, en
entrevistas, pueden parecer como individuos normales sin trastornos de
salud mental.
La investigación en el área tiene
limitaciones importantes dado que se ha estudiado fundamentalmente
población penal y muy pocos investigadores han podido acceder a
población clínica.
“En pedófilos se han encontrado
antecedentes significativos en su historia sexual que son relevantes
para detectar esta patología. Se sabe que han tenido algún contacto
sexual con un niño con anterioridad, tienen antecedentes de posesión de
pornografía infantil y presencia de otras desviaciones sexuales tales
como, voyerismo y exhibicionismo entre otras (en tasas mayores a un
50%). Todos estos elementos son indicadores del trastorno. También se
han detectado comorbilidades importantes, tales como presencia de otro
trastorno psiquiátrico, como por ejemplo trastornos ansiosos, trastornos
de personalidad y abusos de sustancias. Cabe destacar, que en el caso
de pedófilos el abuso ocurre tanto estando como no estando intoxicado.
Algunos autores señalan que individuos con pedofilia que además cumplan
con los criterios de diagnóstico de psicopatía, es más probable que
abusen de niños y que presenten conductas más violentas”.
Poco, sin embargo, se conoce sobre las
causas de la pedofilia, según el documento por “las dificultades para
poder estudiar el fenómeno”, asegurando luego que se trata de una
condición mental que “suele darse de manera más frecuente en sujetos que
sufrieron algún tipo de abuso cuando niños”.
Estudios con neuroimágenes, por otra
parte, muestran alteraciones en el lóbulo frontal, el cual se sabe que
cumple rol importante en el control de impulsos de los individuos. Esto
es consistente con la manifestación de dificultades en el control de
impulsos en esta población. La literatura especializada refiere que las
primeras manifestaciones del trastorno se presentan alrededor de la
pubertad pero que la manifestación conductual ocurre durante la adultez.
Otros datos sugieren que tienen dificultades en las relaciones
interpersonales, una baja autoestima, reportan una historia de lesión en
la cabeza antes de los 13 años, una capacidad cognitiva disminuida y
tienen historia de bajo rendimiento académico. Desgraciadamente, lo que
sabemos sobre estas personas, está limitado a estudios con población
penal y a un número muy limitado de investigaciones con población que se
encuentra en hospitales psiquiátricos, lo que constituye una limitación
importante de la literatura.
Se sabe también que situaciones de
estrés llevan a individuos con pedofilia a abusar de menores, lo cual
explicaría por qué la manifestación conductual se daría más adelante en
la vida.
TIPOS DE PEDOFILIA
Los tipos de pedofilia se clasifican
dependiendo de tres criterios: (1) atracción hacia hombres y mujeres o
con una preferencia respecto del sexo de los niños; (2) rango de
atracción (sólo incesto o se incluye a otras víctimas); y (3) si
manifiesta atracción hacia personas de otras edades también o
exclusivamente niños. Los clínicos describen encontrarse con individuos
que han abusado de niños, otros que además mantienen relaciones sexuales
con adultos y otros que no han llegado a abusar, pero buscan ayuda dada
la vergüenza y ansiedad que les produce tener estos intereses.
Hasta la fecha no existen tratamientos
que sean efectivos para eliminar el trastorno, pero se sabe que algunos
pueden ayudar a los individuos a controlar su conducta. Existe un rango
de tratamientos conductuales con técnicas de condicionamiento aversivo
que se orientan a controlar el deseo sexual y atracción hacia niños a
través de asociarlos con un estímulo aversivo.
Existen técnicas conductuales cognitivas
que están orientadas a prevenir recaídas en el caso de personas que han
abusado de niños y tienen como objetivo desarrollar estrategias de
manejo conductual. La tasa de efectividad de estas terapias es baja y
existen pocos ensayos clínicos que permitan evaluar su efectividad.
Otras alternativas de tratamiento incluyen el uso de fármacos y el uso
de castración quirúrgica, ambas con el objetivo de disminuir el deseo
sexual. Pero es importante destacar que se considera una condición que
no se puede curar y, hasta la fecha, no existe ningún tratamiento
disponible que sea efectivo. En general, se sugiere que una combinación
de tratamientos cognitivos conductuales con uso de fármacos parece ser
una de las estrategias más efectivas para controlar la conducta.
Se sabe que lo más importante es
desarrollar programas de prevención con niños que les permita reconocer
qué conductas son adecuadas y cuáles no lo son, así como no generar
oportunidades para que una persona con pedofilia abuse de un menor.
En el caso de abusos de parte de
sacerdotes, se estima que más del 40% de los abusos ocurre en la
residencia del párroco y que el riesgo es más alto si el párroco vive
solo que si lo hace acompañado por otra persona. Por esta razón, normas
que eviten que niños visiten solos a párrocos permiten disminuir el
riesgo de manera importante.
RECUADRO 1
Normas para selección de Personal
Toda obra que trabaje con menores deberá seguir el siguiente procedimiento al momento de contratar personal:
Cuando se trata de una institución educacional que va a contratar un funcionario (un profesor, por ejemplo)
a. Solicitar siempre exámenes
psicológicos que permitan diagnosticar posibles desórdenes o patologías
de tipo psicosexual o de otro tipo y que impliquen una amenaza para los
menores.
b. Solicitar referencias por escrito.
c. Todo funcionario nuevo será contratado por un período de tiempo limitado considerado de prueba.
Estas normas varían cuando se trata de
conseguir voluntarios para una parroquia, un movimiento apostólico o
alguna actividad extra curricular en una institución educacional.
a. Será tarea del párroco, jefe de obra,
director de pastoral u otro responsable de la institución/movimiento
entrevistar al candidato a un servicio voluntario.
RECUADRO 2
Así se debe denunciar
En caso que una denuncia afecte a un jesuita, se procederá del siguiente modo:
1. Para facilitar el procedimiento de
denuncias, las posibles víctimas pueden recurrir a los delegados que el
provincial nombra para cada obra y/o pueden hacer llegar la denuncia al
delegado provincial.
2. En el caso de tratarse de
establecimientos educacionales, los educadores y otras personas
responsables del cuidado de menores tienen la obligación de denunciar
los hechos criminales descritos arriba dentro de las veinticuatro horas
que siguen al momento en que se conoció el hecho. La obligación opera
cuando se ha cometido un hecho criminal en contra de un alumno del
establecimiento donde sea que esté o cuando se ha cometido un delito
dentro del establecimiento. La denuncia se puede realizar en
Carabineros, PDI o el Ministerio Público.
3. Todos los jesuitas tienen la
obligación de hacer llegar una denuncia que reciban al delegado
provincial y al superior local. Si la denuncia es contra el jefe de obra
o el superior, entonces sólo se avisará al delegado provincial.
4. El provincial nombrará una comisión
ad hoc que estudiará la acusación y emitirá un juicio sobre la
verosimilitud de la acusación.
5. El provincial podrá tomar medidas
cautelares como juzgar la permanencia del jesuita en su responsabilidad
pastoral e informará al P. General y al Obispo del lugar sobre la
denuncia.
6. Se cuidarán los derechos y el
anonimato tanto del acusado como del denunciante, procurando atención y
cuidado para ambos en esta parte preliminar del proceso.
7. El provincial enviará el juicio de la comisión ad hoc al P. General quien indicará cómo continuar.
8. Todo lo anterior no reemplaza en caso
alguno las investigaciones que la justicia civil y la propia
institución lleven adelante. Siempre ha de quedar claro que la persona
que hace la denuncia tiene el derecho de hacer la denuncia a la justicia
civil, esto debe serle explicitado al momento que haga la denuncia.
En el caso que la denuncia afecte a
algún funcionario o voluntario de la obra o institución, se sugiere el
siguiente procedimiento:
1. Presentar las sospechas y/o denuncias al delegado del provincial.
2. La denuncia a la justicia, como se ha
dicho, en el caso de tratarse de una institución educacional debe
efectuarse dentro de las veinticuatro horas siguientes al momento en que
se tomó conocimiento del hecho. Los funcionarios de un colegio o
escuela a cargo del cuidado de menores están obligados a hacer la
denuncia.
3. El delegado del provincial
determinará cómo proceder, comunicando siempre la situación al director
de la obra. Este se lo comunicará al provincial.
4. Si tras la investigación preliminar
se verifica cierta verosimilitud de la denuncia, la institución deberá
denunciar inmediatamente la situación a las autoridades competentes
(Ministerio Público; Carabineros, PDI).
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