domingo, 1 de mayo de 2011

¡La Gran P... sentada sobre muchas aguas!

Tras la beatificación de Juan Pablo II, se inicia el camino para convertirlo en santo

El cardenal Tarciso Bertone, el número dos del Vaticano, dijo que "en unos años" podrían declararlo santo. Más temprano, Benedicto XI lo había proclamado beato ante un millón de fieles.

Aquellos gritos con los aclamaron a Juan Pablo II al morir, están un paso más cerca de ser una realidad. "Santo", "santo Padre" y "Santo ya" como gritaron durante sus funerales miles de personas podría convertirse en una realidad. Tras la multitudinaria beatificación de hoy, el Vaticano salió a decir que el proceso de canonización del Papa polaco podría llevarse a cabo "dentro de unos años".

Así lo informó hoy el número dos del Vaticano, el cardenal Tarciso Bertone en una entrevista con la televisión italiana.

Preguntado por la cadena RAI Uno sobre la posible canonización de Juan Pablo II, el cardenal Bertone respondió que para ello se necesita dar "un milagro científicamente demostrado y juzgado como tal (una curación) considerada inexplicable desde el punto de vista científico por la comisión médica, la comisión teológica y los cardenales y obispos miembros de la Congregación por la Causa de los Santos".

"Así, que yo diría ciertamente que dentro de unos años" podría completarse la canonización de Juan Pablo II, agregó el secretario de Estado del Vaticano.

Por la mañana, en cuanto se oyó la fórmula de beatificación pronunciada en polaco por Benedicto XVI, se alzaron las voces en la plaza San Pedro que gritaban "Santo Subito" (Santo Ya), tal como lo habían hecho durante los funerales de Karol Wojtyla en abril de 2005.


Y no es de extrañar que eso suceda ya que el proceso de beatificación de Juan Pablo II, que dirigió a la Iglesia católica desde 1978 hasta 2005, se llevó a cabo de forma acelerada, sólo seis años después de su muerte.

El papa Benedicto XVI proclamó hoy "beato" a su antecesor en una imponente y multitudinaria ceremonia celebrada en la plaza de San Pedro ante cerca de un millón de personas provenientes de todo el mundo.

El Papa, que llevaba la casulla y la mitra de Juan Pablo II, pronunció la fórmula en latín: "Concedemos que el venerado Siervo de Dios Juan Pablo II, Papa, sea de ahora en adelante llamado beato".

Un largo aplauso y gritos como en el día de los funerales de "Santo subito" estallaron en la plaza, llena de gente que enarbolaba banderas de numerosas nacionalidades.

La emoción reinó entre los representantes de 86 delegaciones de países extranjeros; entre los presentes estaba el cardenal polaco Stanislao Dziwisz, secretario por más de 40 años de Juan Pablo II.

"Percibíamos el perfume de su santidad", reconoció durante su homilía el Papa alemán, quien elogió "la fuerza de un gigante" que tuvo para "invertir" la tendencia de "la sociedad, la cultura y los sistemas político y económicos" de abandonar el cristianismo.

Una inmensa fotografía de 1995 de un sonriente y saludable Karol Wojtyla, desplegada en el balcón central de la basílica, fue develada en el momento de la beatificación.

Para no perderse el gran día algunos peregrinos reservaron habitaciones en hoteles de lujo de Roma, pero otros pasaron la noche en una bolsa de dormir, en las calles de la hermosa Ciudad Eterna.

Al evento asistió una multitud que siguió de cerca todas las fases de la beatificación.

Pero también fueron muchos los que en el momento de la beatificación, precisamente a raíz de la muchedumbre, se encontraban a un kilómetro de distancia del corazón de la fiesta.

No faltó quien enviaba las imágenes de San Pedro vía iPhone o quien, como le ocurrió a un grupo de peregrinos procedentes de Milán, en el norte de Italia, logró instalarse en las sillas dispuestas por los organizadores a las puertas del Vaticano.

"Lo importante es estar y sentir el clima que hay hoy en la Santa Sede", dijo uno de los fieles de Milán, mientras que a su alrededor circulaba gente de diversos países y razas.

 Podían verse mujeres africanas con atuendos multicolores, algunas de las cuales llevaban los retratos de Juan Pablo II, religiosas de la India, muchísimos polacos con las banderitas de su país en la mano, jóvenes de Francia, España y, lógicamente, muchos de Italia.

Por doquier se escuchaban decenas de idiomas, una diversidad que pareció fusionarse en el gigantesco aplauso que estalló tras la proclamación de Juan pablo II como beato, mientras abundaban la emoción y las lágrimas en los rostros de muchos fieles.

Los peregrinos comenzaron a llegar y a instalarse en los alrededores de San Pedro en la noche del sábado, abarrotando incluso los barrios aledaños, como el que los romanos llaman "il Borgo".

Hacia las dos de la mañana, con tres horas de anticipación a la ceremonia, fueron abiertos los accesos a la Vía de la Conciliación que llevan a la Plaza, mientras las medidas de seguridad se iban reforzando bajo la atenta mirada de la Policía.

Frente a tanta gente, no faltó quien se sintiera mal y se desplomara agobiado por la falta de aire. También hubo malhumor y algún que otro empujón. En total, precisaron fuentes oficiales, un centenar de personas fueron atendidas por el personal médico.

No faltaron las protestas, y más de un peregrino se quejó de la desorganización: "Esto es una pesadilla", dijo un joven, mientras no muy lejos de él una señora se hacía atender tras recibir un fuerte golpe en un pie. "He estado en Fátima y en muchos santuarios. La verdad -subrayó- nunca me pasó nada: hoy no hay una buena organización".

Más allá de estas quejas, la organización global de esta gigatesca celebración terminó siendo positiva. Para muchos, una gran ayuda la puso el clima. Según el servicio meteorológico, debería haber llovido hoy sobre el Vaticano, pero al final la lluvia siguió de largo y los paraguas e impermeables quedaron en casa. Para algunos fervientes adoradores de Juan Pablo II se trató de otro milagro del Santo Padre que supo conquistar a sus seguidores durante un papado que duró más de 26 años.

Fuente: El Clarín


Nota Profética:

Que mejor que la propia Escritura dando Luz al respecto:

1 Y VINO uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo, diciéndome: Ven acá, y te mostraré la condenación de la grande ramera, la cual está sentada sobre muchas aguas:

2  Con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los que moran en la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación.

3  Y me llevó en Espíritu al desierto; y vi una mujer sentada sobre una bestia bermeja llena de nombres de blasfemia y que tenía siete cabezas y diez cuernos.

4  Y la mujer estaba vestida de púrpura y de escarlata, y dorada con oro, y adornada de piedras preciosas y de perlas, teniendo un cáliz de oro en su mano lleno de abominaciones y de la suciedad de su fornicación;

5  Y en su frente un nombre escrito: MISTERIO, BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS FORNICACIONES Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.

6  Y vi la mujer embriagada de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús: y cuando la vi, quedé maravillado de grande admiración.

7  Y el ángel me dijo: ¿Por qué te maravillas? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene siete cabezas y diez cuernos.

8  La bestia que has visto, fué, y no es; y ha de subir del abismo, y ha de ir á perdición: y los moradores de la tierra, cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida desde la fundación del mundo, se maravillarán viendo la bestia que era y no es, aunque es.

9  Y aquí hay mente que tiene sabiduría. Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se asienta la mujer.

10  Y son siete reyes. Los cinco son caídos; el uno es, el otro aun no es venido; y cuando viniere, es necesario que dure breve tiempo.

11  Y la bestia que era, y no es, es también el octavo, y es de los siete, y va á perdición.

12  Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aun no han recibido reino; mas tomarán potencia por una hora como reyes con la bestia.

13  Estos tienen un consejo, y darán su potencia y autoridad á la bestia.

14  Ellos pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque es el Señor de los señores, y el Rey de los reyes: y los que están con él son llamados, y elegidos, y fieles.

15  Y él me dice: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos y muchedumbres y naciones y lenguas.

16  Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán á la ramera, y la harán desolada y desnuda: y comerán sus carnes, y la quemarán con fuego:

17  Porque Dios ha puesto en sus corazones ejecutar lo que le plugo, y el ponerse de acuerdo, y dar su reino á la bestia, hasta que sean cumplidas las palabras de Dios.
18  Y la mujer que has visto, es la grande ciudad que tiene reino sobre los reyes de la tierra.

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